domingo, 31 de julio de 2011

El viaje.

El viaje se vuelve turbulento, el viento es fuerte y golpea con pequeñas gotas el rostro del viajero solitario.
Sus pasos son temblorosos en el pedregoso camino, debe tener cuidado de no torcer un pie y no romper sus zapatos o no podrá llegar. Más vale lento, pero seguro.
Mientras avanza lentamente, piensa, recuerda… de su hogar cálido, donde lo esperaba una mujer amorosa… ¿Dónde quedó todo lo que tenía?
Casi puede sentir el calor de la pequeña hoguera que abrigaba sus humildes sueños… y sigue recordando… unos ojitos brillantes y chiquititos que, atentos, lo miraban como si fuera el rey de todo y escuchaban cada historia que él trasmitía para que esos ojitos inocentes rieran y jugaran en su rededor. Que música más bella era la risa de sus hijitos.
De pronto tropieza y casi besa el suelo, se levanta cansadamente, siente el frio viento en su cuerpo y observa con resentimiento la gran roca que se interpuso en su tránsito, se calma, toma un respiro y continúa su caminata solitaria.
Pronto, el día no lo acompaña más y sigue en camino a su destino.
En medio de la oscuridad, el andar es más frio y tembloroso.
Su mente lo abandona nuevamente y regresa a la cálida luz de su hogar, sus pequeños le cuentan mil aventuras que lo llenan de una alegría orgullosa, mientras su mujer toma su mano como gesto de empatía de padres por sus hijos.
El frio se vuelve duro y golpea con furia las mejillas del hombre solitario, como enseñándole quien manda aquí.
fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario